Están entrando a un lugar lleno de magia donde yo......
Soy anfitriona...Deberán saber que en otra oportunidad ustedes serían mis víctimas pero en esta ocasión solo busco vuestra compañía...Compartir gustos y momentos agradables...Yo los invito a caminar a mi lado en las tinieblas...Yo los invito a entrar...Los guiaré para que vuestros ojos se deleiten ante miles de mundos creados por mágicas manos...Y a veces los dejaré entrar a mi propio mundo que encontrarán en mis palabras... Solo se pide que dejen vuestra huella...Vuestro susurro...Vuestras miradas...En definitiva vuestra presencia para poder existir...Si ustedes están ahí...Yo siempre estaré aquí...Envuelta en tinieblas...
Un saludo muy sincero..
jueves, 12 de enero de 2017
"El 18 de Noviembre de 1994, Itzhak Perlman, el violinista, entró al escenario para dar un concierto en la ciudad de Nueva York. llegar al escenario no es un pequeño logro para él, tuvo polio cuando fue niño y tiene ambas piernas sujetas con bragueros y camina con la ayuda de dos muletas.
El camina, penosa pero majestuosamente, hasta que llega a su silla. Entonces se sienta lentamente, pone sus muletas en el piso, afloja los sujetadores de sus piernas, se inclina y levanta el violín, lo pone bajo su mejilla, hace una señal al director y comienza a tocar.
Hasta ahora, la audiencia está acostumbrada a este ritual.
Pero esta vez algo anduvo mal.
Justo cuando terminaba las primeras estrofas, una de las cuerdas de su violín se rompió. Saltó como un tiro atravesando el salón. No había dudas sobre lo que pasaba, tampoco las había sobre lo que él debía hacer. Los que estábamos allí pensamos: "tendrá que levantarse, ponerse los sujetadores nuevamente, levantar las muletas y arrastrarse fuera del escenario para conseguir otro violín".
Pero él no lo hizo. Esperó un momento, cerró sus ojos y luego hizo una señal para que la orquesta comience nuevamente. La orquesta comenzó y él tocó desde el punto en el que se había detenido. Y tocó con tanta pasión, y tanto poder, como nunca antes lo habíamos escuchado.
Por supuesto todo el mundo sabía que es imposible interpretar un trabajo sinfónico con solo tres cuerdas. Pero esa noche Itzhak rehusó saberlo.
Ustedes hubiesen podido verlo modulando, cambiando, recomponiendo la pieza en su cabeza. En un punto, eso sonó como si él estuviera sacando el tono de la cuerda que se había roto y consiguiendo nuevos sonidos, en las que quedaban, que ellas nunca habían hecho jamás antes.
Cuando terminó hubo un inmenso silencio en la sala, entonces la gente se levantó y lo aclamó. Hubo un aplauso extraordinario. Todos trataban de demostrar cuánto apreciaban lo que él acababa de hacer.
Él sonrió, secó el sudor de sus cejas, y dijo en un tono reverente, pensativo, calmo:
"Ustedes saben... algunas veces, la tarea del artista es descubrir cuánta música uno puede hacer con lo que aún le queda..."
Qué maravillosa línea esta. Ha permanecido en mi mente desde que la escuché. Y ¿quién sabe? Tal vez es la definición de la VIDA, no sólo para los artistas, sino para todos. Hay un hombre que se ha preparado toda su vida para hacer música con un violín de cuatro cuerdas, quién repentinamente y en medio de un concierto, se encuentra sólo con tres cuerdas. Y la música que hizo esa noche con solo tres cuerdas, fue más hermosa, más sagrada y memorable que ninguna que haya hecho jamás.
Tal vez, nuestra tarea en este mundo que vivimos, confuso, inestable y que cambia velozmente sea hacer música, al principio con todo lo que tenemos, y luego, cuando eso no es mas posible, HACER MÚSICA CON TODO LO QUE NOS QUEDE. "
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